domingo, 27 de marzo de 2011

El ensayo del 2010 092

Reflexión sobre las implicaciones de los paradigmas en investigación y el que hacer pedagógico.

Por:

Maristela Cardona,

Jaidive Cardozo,

Jenny Marcela Rodríguez,

Mercy Eloisa Moncaris,

Aída Milena Murillo

Introducción

La investigación es una práctica inherente al ser humano en todas las etapas de su desarrollo. La pregunta, y aun más el asombro, son las principales herramientas para iniciar un proceso de investigación, desde los cuales se pueden establecer desarrollos importantes en diversos temas. Durante los últimos 60 años se han desarrollado trascendentales cambios epistemológicos (debates, reconstrucciones, innovaciones) sobre el que hacer investigativo, por lo tanto, es necesario ubicar los principales paradigmas en cuanto a sus fundamentos y desarrollos conceptuales, para así abordar una reflexión sobre la importancia de la investigación en la educación y sus implicaciones en el ejercicio práctico del rol docente, teniendo en cuenta las apuestas pedagógicas, conceptuales y teóricas.

Para abordar el concepto de paradigma es importante retomar al filósofo Kuhn Thomas Samuel, quien considera los paradigmas como “realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica" (Kuhn, T. 1971). Posteriormente Kuhn planteó que un paradigma es “una concepción general del objeto de estudio de una ciencia, de los problemas que deben estudiarse, del método que debe emplearse en la investigación y de las formas de explicar, interpretar o comprender, según el caso, los resultados obtenidos por la investigación” (Kuhn, 1975). Según esta definición entenderemos para este escrito, que un paradigma es la forma en que se interpreta, analiza y asume el mundo y su realidad, la relación del hombre con esa realidad, sus hechos, preguntas y respuestas, lo anterior enmarcado en un momento de la historia. Los paradigmas definen las reglas de juego ya sea para un individuo o comunidad científica acerca del modo en que comprende al mundo. Esta conceptualización “defiende que el progreso científico no se puede establecer en términos de búsqueda de la verdad última, sino en sucesivas sustituciones de paradigmas, o revoluciones, que se dan en el transcurso del tiempo” (Gómez López, R. 2004). Así entonces se asume que los paradigmas actúan como modelos desarrollados por autores sobre un tema específico y que una comunidad lo acepta y lo apropia.

Dada la importancia de este concepto y la complejidad para abordarlo o más aún para adoptar una postura epistemológica en el ejercicio de investigar o educar, sería necesario indagar cada uno de los paradigmas a profundidad, sin caer en los diversos métodos que se usan para realizar investigación, ya que como lo argumenta Páramo, “la diferencia entre los modelos o paradigmas que guían la investigación radica en sus supuestos epistemológicos, y en las consecuencias que de ello derivan en la noción de sujeto y no en las técnicas de recolección y análisis de información que se emplean” (Páramo, 2006).

Para los propósitos de este ensayo, se asumirá la revisión de los siguientes paradigmas: Positivismo, Postpositivismo, Teoría crítica, Fenomenología, y Construccionismo Social.

Un recorrido por los principales paradigmas

Paradigma Positivista.

El paradigma positivista fue la primera aproximación a un ordenamiento de muchos aspectos en los siglos XVIII y XIX. Gracias a los estudios de Auguste Comte sobre los pensadores del siglo XVIII, se desenvuelve como secretario de Saint Simon Filósofo y Teórico Social Francés quien lo introduce en la corriente positivista y quien posteriormente se dedica a desarrollar ampliamente estudios basados en el pensamiento positivista bajo la aceptación de la razón la ciencia como las guías de la humanidad que permitirían dar el orden social sin apelar a posiciones teológicas o metafísicas. Se establece tres estadios claros en el desarrollo de este paradigma:

- Teológico: Basado en la explicación de la realidad mediante la creación de dioses, de fenómenos simples sin ninguna fundamentación científica.

- Metafísico: Se intenta una búsqueda más elaborada de la explicación de las cosas, pensando en la existencia de fenómenos naturales y se inician mecanismos para modificarlos según las necesidades propias, se buscan respuestas de cómo y por qué suceden las cosas.

- Positivo: Se llega a un nivel superior, a un sistema filosófico, metodológico de una supuesta mayor validez universal, donde el hombre llega a una estructuración del pensamiento, continua buscando las explicaciones de las cosas pero esta vez mediante la experimentación y observación ordenada de datos que pudieran dar respuestas o resultados validados, en hallazgos lógicos y repetitivos que posteriormente se considerarían leyes científicas que pudieran dar explicación a otras situaciones.

El positivismo tuvo una gran acogida a nivel mundial, trajo innovación a la época, que motivó la apertura del pensamiento en los hombres, a emanciparse de la viejas creencias y tradiciones, a abrirse a la universalidad y a la interpretación verídica de los fenómenos; desafortunadamente se basó en un modelo científico rígido e inflexible que no admitía diversidad en las formas de acceder al conocimiento perdiendo de vista otras áreas importantes y sobre todo validas para el entendimiento y explicación de fenómenos que también hacen parte de nuestro diario vivir.

Paradigma Post positivista.

El paradigma post positivista es interpretado como una versión “mejorada” del positivismo, una forma más realista del sueño positivista acerca de la forma de describir el mundo, la predicción y el control continúan siendo la meta continua.

Para comenzar la reflexión, es indudable que la investigación, así como la práctica educativa y el quehacer pedagógico, están llamadas a abordar, asumir y comprender la realidad, despojándose de estereotipias del laboratorio y los experimentos para impregnarse de las situaciones problema que día a día se vislumbran en el escenario educativo, en las complejidades de sus protagonistas y en los innumerables retos de la docencia.

En este paradigma la naturaleza de la realidad es crítico realista, lo que significa que la realidad existe pero no puede ser completamente aprehendida, planteamiento que en el ámbito educativo resultaría poco beneficioso pues la realidad en un aula de clase, de las prácticas pedagógicas o la construcción de saberes, entre otros deben, más que eso, merecen ser comprendidas de una manera completa, sin probabilidades, sin restricciones, llevando la objetividad como un derrotero en relación sujeto-objeto y no sólo como un ideal epistemológico.

Respecto a la pregunta metodológica, este paradigma enfatiza la criticidad múltiple remediando las discrepancias y permitiendo la indagación en escenarios naturales usando métodos cualitativos dependiendo más de la generación emergente de datos y haciendo del descubrimiento una parte esencial del proceso de indagación. Se le considera en lo metodológico como una modificación al positivismo en su proceder experimental y manipulativo.

Paradigma de la Teoría Crítica.

El espíritu de la época del siglo XX impulsa el surgimiento del Instituto de Investigación Social de Frankfurt en Europa en el año 1924, el cual, con el liderazgo de los filósofos Theodor Adorno y Max Horkheimer funda la teoría crítica como una teoría que se cuestiona el sistema social y el lugar del sujeto en la historia. Posteriormente quienes continuaron con el desarrollo de la teoría crítica fueron J. Habermans y A. Schmidt.

La base de la teoría crítica es la filosofía social, principalmente el interés de los autores de la teoría crítica es vincular la filosofía y el análisis de la sociedad. “Horkheimer define la teoría crítica, frente a la teoría “tradicional”, como una forma de práctica que no contribuye a la reproducción de la sociedad, sino que la juzga críticamente y apunta expresamente a su transformación.” (López, 2005).

La teoría crítica surge después del pos-positivismo, y busca liberarse de esas concepciones para fijar su atención en el ser, en la metafísica y en la incidencia del contexto en el ser humano. Ésta teoría difiere de las posturas del positivismo y de los postulados que se basan netamente en el empirismo, el cual sólo tiende a reducir la ciencia a partir de hechos verificables y cuantificables; por su parte la teoría crítica tiene en cuenta el contexto en que está inmerso el sujeto, la historia y la forma en que el medio determina al sujeto.

Desde esta postura crítica, la investigación se asume como una propuesta de transformación del fenómeno que se investiga, es por ello que el investigador actúa como un sujeto activo en la relación con el objeto que se estudia y su acción está encaminada a incidir en la realidad y generar cambios que contribuyan a su mejoramiento. En la investigación, uno de los instrumentos para obtener información es la observación participante, tanto el observador como el observado están en una reflexión constante de las dinámicas sociales; el observador debe conocer la dinámica social para entenderla y relacionar como el sujeto está determinado por ella y desde allí proponer transformaciones. En este paradigma se desarrolla una unidad dialéctica entre la teoría y la práctica, teniendo más incidencia la práctica, de ahí que la acción participante haga parte de este orientación investigativa.

Paradigma Fenomenológico.

La fenomenología busca comprender los hechos y darles sentido a individuos que los viven, con el fin de entender la realidad y aclarar vacíos del conocimiento mediante valores sociales reconocidos. Al respecto, Cerda (1998) expresa: “No hay objeto sin sujeto. Para sus partidarios, los estados de la mente se caracterizan básicamente por tener una intencionalidad, una dirección hacia los objetos y es necesario distinguir entre el objeto como tal y la significación que se le da”.

Esta significación, está ligada a la realidad y al entorno social en el que se desarrollan los actores de los eventos, estableciendo relaciones entre el significado, el contexto y el momento histórico en el que se presentan. Dicha postura puede ser sintetizada con la interpretación de Tezanos (2002), quien la aproxima a la validación del conocimiento por los propios sujetos: “Los prejuicios, las ideas a priori sobre un problema determinado, se trasforman así en elementos sustantivos para la resignificación conceptual que permite el camino de la construcción teórica”.

El énfasis se realiza entonces, en la indagación de fenómenos sociales con el fin de obtener criterios verídicos de la realidad en la que transcurren los acontecimientos. Los estudios de tipo cualitativo, enfrentan al investigador, según Bonilla y Rodríguez (2005) a “la posibilidad de aproximarse a una situación social de manera inductiva, y de caracterizarla según la interpretación y el conocimiento de los individuos que interactúan y dan forma a unos determinados tipos de comportamiento”; razón mediante la cual, se pretende entender la realidad de los actores de la investigación.

Para este particular, es pertinente continuar retomando las ideas de Bonilla y Rodríguez(2005): “abordar el conocimiento de la realidad social a partir de sus propios parámetros, conociéndola y respetando sus particularidades”; ya que partiendo de dicha premisa, por medio de la observación y el análisis de hechos relacionados, es posible develar desde diferentes ópticas, acontecimientos sociales; retomando así el término fenomenología, pues, con base en las ideas de Tezanos (2002) “esta corriente aporta una aproximación fundamental a la idea de sujeto; el cual ya no es mirado en su unicidad sino como intersubjetividad donde se hace posible el conocimiento del objeto en su esencia”; además de buscar para estos mismos sujetos la comprensión de los hechos y su sentido.

Paradigma del Construccionismo Social.

La crisis cultural en la que han caído las sociedades modernas desarrolladas, proyectada a través de una profunda sensación de desengaño y falta de orientación de los individuos “modernos”, en donde la libertad ha rechazado la propuesta de Kant, de ejercer la autonomía desde “el deber ser”, desde el orden moral que conduciría al hombre a su fundamentación y por ende, a la sociedad al desarrollo, para caer en la inoperancia de los modelos familiares, educativos, comunales tradicionales, arrasados por el desmesurado avance de la ciencia y la tecnología ha dado origen al “posmodernismo”.

El hombre posmoderno ha debido sumirse en unas relaciones interpersonales más frías, dado que las pautas tradicionales de convivencia han cambiado, por tanto, tal como lo expresa Carlos Bravo Urzúa, citando a Kennnet Gergen, “es necesario plantear nuevas formas de sociabilidad y gobernabilidad que den cuenta de la crisis de la modernidad y eleven al SOCIOCONSTRUCCIONISMO o CONSTRUCCIONISMO SOCIAL, como una nueva ciencia de la crisis de la representación del “mundo Objetivo”. (Bravo U.2002).

En tal sentido, el Construccionismo social, surge como una teoría sociológica y psicológica del conocimiento, orientada al estudio de cómo los fenómenos sociales, se desarrollan en contextos sociales y la manera como los individuos y los grupos, van construyendo su propia percepción social de la realidad, teniendo en cuenta sus tradiciones y el momento histórico en el que dichos fenómenos sociales, se desarrollen.

El Construccionismo social tuvo auge en la década de los 60 en EEUU, con la publicación del libro “La construcción social de la realidad”, de Peter L Berger y Thomas Luckmann, quienes marcaron los orígenes de esta teoría, reafirmando como principio básico, el hecho de que “todo conocimiento, incluyendo el sentido común, se deriva y es mantenido, por las interacciones sociales”.

En la teoría construccionista social, se busca explicar la forma en que los individuos llegar a la abstracción de su realidad, mediante un proceso socialización, en el cual, el conocimiento del mundo, está determinado por la cultura y la historia y en el que además, juega un papel muy importante, el desarrollo social del lenguaje, en tanto que “el relato sobre la visión del mundo no va a pertenecer a un sujeto en particular, sino que será producido en el seno del intercambio social” (Bravo U,2002).

Los paradigmas y el ejercicio educativo

El Positivismo ingresa a Latinoamérica por medio de sus gobernantes, quienes también simpatizan con esta corriente, inicialmente apoya un proceso de educar para la ciudadanía debido a que se atraviesa por una época de liberación, que amerita un ordenamiento de la sociedad que le permita un desempeño organizado para vivir en igualdad y sobre todo en libertad.

Actualmente una rama importante de la investigación cumple con muchos de los postulados del positivismo y nos permite entrar en contacto directo con el mundo y los fenómenos que nos rodean, y se crea una forma aunque rígida, (y por esto hoy en día no aplicable a todas las áreas del conocimiento por medio de la investigación) muy ordenada en el método de observar, analizar, interpretar y obtener conclusiones que son muy valiosas en áreas como las ciencias naturales, sin duda se han hecho aportes valiosos para el mundo y su evolución por medio de la formación en ideas positivas y se ha seguido evolucionando aun mas al poder combinarlas con otras posturas que mejoran las debilidades de este paradigma.

El paradigma post positivista invita a los educadores e investigadores en educación a comprender el mundo más allá de las “imperfecciones de sus mecanismos intelectuales y sensoriales”, más utópico aún, más allá del sistema. Sin embargo, es aquí donde podría existir una coyuntura o mejor una “revolución” entre lo académico y la realidad, el sistema actual y la diversidad de sus actores en efecto permiten asumir y desarrollar esta postura epistemológica.

En el caso de la teoría crítica, su implicación en los contextos educativos, estaría al servicio de la reflexión trascendiendo las posturas tradicionales por una que cuestione el entorno escolar, por ejemplo en el caso de los contenidos que se enseñan asumiendo una crítica hacía la acción de “transmisión y recepción” de conocimientos, por una acción que permita una amplia participación del estudiante en el ejercicio del aprendizaje, que le permita agenciar nuevas formas de conocimiento, desde sus experiencias personales y sociales con su entorno. La concepción de la Teoría Crítica de la democracia del conocimiento proporcionaría en los contextos educativos unas relaciones horizontales con los actores educativos y con la forma de adquirir conocimiento; por otra parte se establecerían mecanismos para desarrollar un proceso de enseñanza –aprendizaje desde dinámicas participativas y colaborativas. Desde esta visión crítica de agenciar el ejercicio mismo de la educación, el docente está implicado constantemente en la ejercicio educativo como un sujeto que posibilita las relaciones con el conocimiento y desde posturas de auto-reflexión.

Para la aplicación de la teoría socio construccionista al ámbito de la pedagogía, es necesario tener en cuenta que “todo conocimiento evoluciona en el espacio entre las personas, en el ámbito del mundo común y corriente y solo a través de la permanente conversación con sus íntimos, es que el individuo desarrolla un sentimiento de identidad o una voz interior” (Hoffman, 1996), lo cual implica el establecimiento de relaciones horizontales, en las que se permite la coexistencia de diferentes formas de análisis que serán tenidas en cuenta sin discriminación, en la medida en que el contexto educativo, así lo requiera, sobre la base de que las ideas, los conceptos, las asociaciones y los recuerdos, elementos fundamentales para la asimilación y elaboración de nuevos conceptos, surgen en el intercambio social y son mediatizados por esa interacción, a través del lenguaje.

Algunos aportes finales

Dueño del saber y del conocimiento y haciendo uso de la autoridad que le confiere su título, “el mal llamado maestro”, ha buscado por tradición, la homogenización del grupo a través de la imposición de reglas, de la manipulación de la información y de la reproducción acrítica del sistema educativo, mediante el desarrollo de un cúmulo de acciones en las que poco han importado: el proceso integral de desarrollo y formación de los estudiantes, su interiorización de valores, sus diferencias individuales y menos aún sus necesidades e intereses, respecto también de los del docente.

Acercarse al estudio de la pedagogía, determina para el docente, una gran cantidad de inquietudes e impone una reconceptualización de su práctica. En tal sentido es importante el aporte de Alonso Takakashi en su artículo:”El maestro y el oficio”, cuando manifiesta que el quehacer del maestro es proponer a otros, para que sean capaces de reconocer, cultivar y explorar cualidades de las cuales “él mismo puede carecer”.

La importancia de identificarse en la práctica educativa con algún paradigma incide directamente en las relaciones que se establecen con los estudiantes, con los compañeros de trabajo y en sí mismo en la coherencia entre los enfoques que se proponen y la forma de asumir la práctica. Aunque en las instituciones educativas se cuenta con los lineamientos generales del Proyecto Educativo Institucional, el cual da bases sobre el enfoque bajo el cual trabaja la institución, es importante que el mismo docente reconozca sus propias posturas en cuanto al ejercicio de su rol educativo, pensando en los acercamientos o distancias que tiene con los paradigmas, para desde allí focalizar sus prácticas educativas con coherencia entre lo que proyecta como actividades a desarrollas y lo que finalmente realiza.

Los paradigmas de investigación en general, ofrecen al sector educativo, herramientas valiosas para el adecuado ejercicio de su labor. En particular, los paradigmas que responden al método cualitativo, direccionan su práctica hacia un proceso dialéctico de retroalimentación permanente en el que todos los actores “se forman y cualifican” de manera constante, lo cual implica, abrir los espacios de las instituciones educativas a hechos no controlados como la crítica, la autocrítica, la problematización, en los que tanto estudiantes, como profesor, salgan del plano de “la pregunta – respuesta”, para internarse en el plano de lo desconocido, construyendo conocimientos a partir de la experiencia, de la experimentación, de la creatividad y fundamentalmente, del intercambio de saberes y el crecimiento personal mutuo.

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